Los asuncionistas nos definimos como hombres de fe, que
viven en el corazón del mundo, al servicio del reino en solidaridad con los
pobres. Los anhelos y angustias de nuestros hermanos, más en estos tiempos de
tanta violencia, donde comunidades antes tranquilas y pacificas han perdido la
paz, por la violencia, los secuestros y asesinatos, son la razón por la que por
momentos, nos retiramos de la vida ordinaria para reflexionar sobre nuestro
caminar, evaluar las respuestas que damos a las necesidades de los hombres y
mujeres de hoy y ver si en realidad el reino se va realizando en nosotros
mismos.
Por ese motivo en el mes de junio del 17 al 21 nos reunimos como Territorio todos los hermanos Asuncionistas que trabajamos por el Reino de Dios en México. El padre Julio Navarro, a.a., vino de Chile a acompañarnos en nuestras reflexiones, que giraron en torno a los siguientes temas:
-Su personalidad
-Llamados a la santidad
El padre Manuel d'Alzon y su Amor a la Iglesia: momentos decisivos
-Medios para la Santificación
-Las Bienaventuranzas
-Noche Oscura de Manuel d'Alzon
-Enemigos de la santidad: Gnosticismo y Pelagianismo
-Espiritualidad del padre Manuel d'Alzon
En conclusion, a la luz de la exhortación Gaudete et Exultate y de la vida del padre Manuel d'Alzon, podemos decir que la santidad es para todos y que nuestros defectos no impiden que trabajemos por nuestra santidad. Para ser santos hay que vivir las bienaventuranzas. El padre Manuel d'Alzon vivió la santidad en los momentos decisivos de su vida, y nos previene de una espiritualidad desencarnada.
El papa Francisco también nos dice que los enemigos de la santidad son creer que el conocimiento nos hace mejores personas y superiores a los demás, y creer que nuestras obras nos alcanzan la santidad.
Desde una espiritualidad encarnada, en la historia, en la Iglesia, y en todos los seres humanos principalmente los más pobres, buscamos que Cristo sea en nosotros mismos, descubrimos que para amar a Jesucristo hay que conocerlo, y amandolo buscaremos que otros más lo amen.
Cada Asuncionista es una Humanidad de añadidura, es decir, hace posible la Encarnación de Cristo en nuestros días.
Diacono Marciano López Solís, a.a.
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