sábado, 30 de mayo de 2020

Nuestro nuevo sitio web


         

          Estimados hermanos, queridos lectores,










Solo para avisarles que la Región Asuncionista de México ya tiene su nuevo sitio web: Asuncionistas-México. Para descrubrir esta nueva joya, haga clic aquí

                    Un abraso fraterno ! 



viernes, 3 de abril de 2020

Carta del padre general de los Agustinos de la Asunción: Pongamos nuestra esperanza en Dios!



Queridos Hermanos, queridas Hermanas, queridos amigos,

Padre Benoît Grière, a.a.
Hace sólo unas semanas no podíamos imaginar que nuestro mundo se enfrentaría a una grave crisis sanitaria. Y así, "Como en los días de Noé... comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca y vino el diluvio..." (Lc 17, 26-27).

Este mensaje que os dirijo es un estímulo para vivir este tiempo de angustia en la paz y la esperanza. Nuestra Cuaresma será más larga este año, porque es muy de temer que las medidas sanitarias se prolonguen más allá de la fiesta de Pascua. Aprovechemos este tiempo para fortalecer nuestra amistad con Jesucristo. Es demasiado pronto para extraer lecciones de la crisis actual. Ahora lo primero es luchar contra el mal. Los numerosos ejemplos de solidaridad deben motivarnos para contribuir al impulso de generosidad que corre por los corazones de nuestros contemporáneos. El error sería replegarse en mí mismo y olvidar al hermano o hermana que comparte mi destino. 

Dediquemos tiempo a leer la Palabra de Dios con más atención. Tratemos de descubrir cómo nuestros antepasados en la fe pudieron pasar por tan duras pruebas poniendo su confianza en el nombre del Señor. Pongamos nuestra energía en desarrollar nuevas solidaridades. En primer lugar en nuestras comunidades, donde muchos de nosotros estamos ahora confinados; pero también fuera de ellas, conectando con las personas aisladas por medio del teléfono o de otras redes de comunicación. Procuremos testimoniar nuestra fraternidad a los ancianos que tenemos en residencias, y manifestarles nuestra amistad. Prestemos atención también a las comunidades que se encuentran en situación precaria por falta de medios para vivir, y seamos solidarios. Vivamos en comunión de corazón y de espíritu con los laicos de la Asunción, algunos de los cuales están en primera línea de combate contra este flagelo.

Pero cultivemos también la virtud de la esperanza. No es bueno sumarse al coro de quienes critican a los responsables políticos o sanitarios queriendo señalar a los culpables, a los responsables. En el combate contra el mal, que es de lo que se trata, hemos de comprometernos a dar testimonio de la esperanza cristiana, que es "esperanza contra toda esperanza" (Ro 4,18). Recordemos más bien la palabra de Jesús, que decía que hay que "trabajar en las obras de Aquel que le ha enviado mientras es de día". (Jn 9, 4). Aunque pensemos que cae la noche, nuestra misión en el mundo es manifestar la Luz de Cristo que triunfa sobre todo mal y sobre las tinieblas. 

Mientras haya cristianos y hombres y mujeres de buena voluntad que luchen contra el mal, éste no tendrá la última palabra. Cristo es la luz del mundo y en él no hay tiniebla alguna. La fe que tenemos está, a veces, sujeta a debilidades. A veces la asaltan dudas y preguntas, pero nuestra fe está viva y contribuye a esta inmensa lucha contra el mal. La pandemia de coronavirus es, en cierto modo, imagen de la guerra eterna entre el bien y el mal. En la Asunción sabemos el precio que hay que pagar para permanecer fieles a nuestra fe. Tenemos mártires, hermanos y hermanas que han entregado su vida para dar testimonio de su amor al Señor. Pero también hay muchas personas anónimas que a lo largo de su existencia, en su sencillez, han estado al servicio de la humanidad. Inspirémonos en su ejemplo.

Pero en el orden cristiano la fe es siempre sinónimo de compromiso. ¿Qué puedo hacer para combatir contra el mal? Hay una lucha dentro de mí que es contra el pecado. La Cuaresma nos invita a hacer sitio a Dios y a deshacernos de todo lo que obstaculiza nuestro caminar hacia el Reino. Podríamos hacer un profundo examen de conciencia para mirar a la luz de Cristo todo aquello que va contra la voluntad de Dios.

Ahora que estamos enclaustrados en nuestras casas y en nuestras comunidades, hay una comunión espiritual que debe establecerse entre nosotros. La oración es nuestra fuerza, nuestro refugio. No para huir de una realidad angustiosa, sino para unirnos más profundamente a quienes luchan contra el mal, la soledad y la muerte. Pensemos en nuestros hermanos y hermanas que están enfermos o aislados; recemos por los cuidadores y por todos aquellos que con su trabajo aseguran la continuidad de los servicios; recemos también por los pastores y sacerdotes que hoy se ven impotentes y no pueden estar con el pueblo de Dios.

El jubileo del 175 aniversario de nuestra fundación está marcado por este flagelo epidémico. Nadie puede pretender estar a salvo. La Asunción sabe que no tiene la promesa de una vida eterna, pero también sabe que está llamada a dar gracias a Dios por todo lo que él hace por la humanidad. Nuestra misión en la Asunción es seguir anunciando la Buena Nueva "sin sonrojo en su semblante". Para ello, concluyo dejando la pluma a nuestro Padre San Agustín que, ante el colapso de Roma, veía la posibilidad de una renovación.

« Dios no ha prometido que las cosas de aquí abajo no perecerán, ni tampoco Jesucristo lo ha prometido. El Eterno ha prometido lo eterno: yo, si creo, pasaré de mortal a eterno…Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. (Ps.33, 2). Que el mundo sea feliz o que el mundo esté en ruinas, yo bendeciré al Señor que hizo el mundo; sí, ciertamente, lo bendeciré.
 
La ciudad que nos vio nacer en la carne sigue en pie. ¡Deo gratias! Quiera Dios que  nazca según el espíritu y que pase, junto con vosotros, a la eternidad. Si la ciudad que nos engendró en la carne perece, aquélla que nos engendró en el espíritu no pasa...

La ciudad santa, la ciudad fiel, la ciudad que peregrina en la tierra, tiene sus cimientos en el cielo. ¿Por qué temblar de que se desmoronen los reinos de la tierra? Dios os ha prometido un reino en el cielo, para que no perezcáis con los de la tierra...

Así que no nos desanimemos, hermanos; los reinos de este mundo se acabarán todos. ¿Ha llegado ese final? Dios lo sabe. Tal vez no, todavía. Y, por debilidad, o por compasión, o por miseria, deseamos que no sea el final todavía: pero ¿dejará de haber un final por eso?

Poned vuestra esperanza en Dios; desead, esperad los bienes eternos. Vosotros sois cristianos, Hermanos; somos cristianos. Cristo no se encarnó para vivir en las delicias: soportemos las cosas presentes en lugar de apegarnos a ellas. ¿Por qué instalar nuestro corazón en la tierra cuando esta tierra sólo nos presenta ruinas?»[1]

Pronto celebraremos la Semana Santa y la gran solemnidad de Pascua. Aunque este año los oficios no contarán con la participación del Pueblo de Dios, nosotros estaremos unidos todos en el pensamiento y la oración. Seremos Iglesia a pesar de todo. La Vida de Cristo se nos va a dar en abundancia. La muerte no tendrá la última palabra.

Que el Espíritu Santo nos guíe a través de las pruebas de esta vida y nos haga capaces de dar testimonio del Padre y del Hijo. ¡Que el Señor os guarde y os proteja!

Padre Benoît GRIÈRE a.a.
Superior General



[1] Sermon 105, in Saint Augustin, maître de vie spirituelle (San Agustín, maestro de vida espiritual), p.136-137, ediciones Xavier Mappus, 1960.

lunes, 30 de marzo de 2020

El padre general a San Andrés Totoltepec


Lunes 24 de febrero del 2020 la comunidad asuncionista Laroque de San Andrés Totoltepec recibió al padre Benoit Grière, de origen francés y superior general de los Agustinos de la Asunción que están a cargo de la parroquia San Andrés Totoltepec, ubicada en la parte sur de la ciudad de México.

El padre Benoit estaba acompañado del padre Miguel Díaz Ayllón de origen mexicano y miembro del consejo general. La comunidad está conformada de los padres Joseph Mahamba, Francisco Tzintzun y Sébastien Bangandu.
 
Después de visitar la comunidad de los religiosos, el padre Benoit y Miguel, así como los padres Joseph, Francisco y Sébastien tuvieron un encuentro con el consejo parroquial de San Andrés Totoltepec. Nuestro encuentro fue precedido por la misa vespertina celebrada por el padre Miguel, asistente general.

Durante este encuentro, el padre Benoit nos compartió en voz de padre Miguel como su traductor, que los Agustinos de la asunción son una congregación religiosa de derecho pontificio, es decir reconocida por la santa sede en Roma, que fue fundada por el padre Manuel d’Alzon.

Son Agustinos porque su fundador quiso retomar la espiritualidad y la regla de vida de San Agustín como base de su vida comunitaria y del trabajo apostólico que desarrollan a favor del advenimiento del Reino de Dios en el mundo; son de la Asunción porque fueron fundados en el colegio de la Asunción en donde el padre d’Alzon, vicario de la diócesis de Nîmes trabajaba como director. Hoy en el mundo son aproximadamente 1000 religiosos y sacerdotes, repartidos en aproximadamente 130 comunidades que trabajan para la extensión del Reino de dios en 31 países de los 5 continentes.

La comunidad asuncionista existe para el advenimiento del reino en nosotros y a nuestro alrededor, esta es su principal tarea. Pero no pueden extender el reino si no son capaces de experimentar en sus vidas la posibilidad de encarnarlo.

Padre Benoit nos comentó que es necesario que valoremos el espíritu de colaboración entre laicos y religiosos. Se trata de crecer en la conciencia de que somos convocados a un proyecto común, en el que juntos, religiosos, laicos y otros colaboradores construyamos el presente y preparemos el futuro de la Congregación.  

Cada uno con sus roles y responsabilidades diversas, pero todos apasionados por vivir construyendo el gran sueño de nuestro padre Fundador. Nos exhortó también a que sigamos rezando por la intercesión del padre Manuel para que la Iglesia reconozca su santidad.

Agradecemos al padre general y al padre Miguel su visita. De veras fue una experiencia vital y hermosa, que nos hace sentir el sano orgullo de pertenecer, como laicos, a esta gran familia. Que el Espíritu de Dios nos ayude a responder a las necesidades de la Iglesia para poder ser hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Virginia García
Catequista y miembro del consejo parroquial