Hna Ximena |
Hace
seis meses que nos encontramos en una nueva Misión. Las hermanas Oblatas de la
Asunción, somos Religiosas misioneras y vamos por el mundo ayudando a construir
el Reino de Dios. México, ha abierto sus puertas para la Evangelización,
contando con nuestra Congregación.
En
estos seis meses fuimos acogidas por nuestros hermanos Asuncionistas y por el
Pueblo Indígena de la Parroquia Santiago Apóstol, Tlilapan, específicamente nos
hospedamos en la Iglesia, San Andrés Tenejapan. Fue en un clima de Esperanza,
que encontramos a un Pueblo, que espera todo de Dios, a través de su Iglesia,
contando con el apoyo de los Consagrados.
Hnas Arlette, Maria de los Ángeles y Ximene, o.a. |
Para
mí fue un tiempo de observar la cultura y tradiciones que describen la forma de
alabar a Dios, con respeto, ritos significativos, etc… es la manera que el
Pueblo tiene de vivir la presencia de Dios en sus tierras…. Y así nos estamos
adentrando a conocer el perfil del pueblo de Dios, mexicano en Orizaba,
Veracruz.
El
Pueblo se reúne en torno a la celebración de las Mayordomías y convivencias
ofrecidas por las familias de los mayordomos. Un pueblo que acostumbra ofrecer
a Dios la vida de sus pequeños hijos, celebrando los cumpleaños en la
Eucaristía. Celebra con respeto y tradiciones sus difuntos en las diferentes
etapas…. Novenario, cabo de mes, cabo de año, etc., con la Eucaristía y los
parientes convidan al pueblo que celebra, al convivio fraterno, a rezar, según
sus tradiciones.
Somos
tres hermanas, dos Congoleñas y una Chilena, su servidora. Queremos,
primeramente, llegar al pueblo de Dios, ofreciendo nuestra presencia, la
escucha solidaria y nuestro Carisma de Oblación.
Esperamos
también poder colaborar siendo los brazos de Dios, que buscan servirlo en los
hermanos, en la misión. Somos hijas de un carisma que busca y entrega fraternidad
y aquí estamos acogiendo a un pueblo que vive la fraternidad unido a sus
tradiciones como expresión del amor a Dios.
Agradecemos
estos seis meses que llevamos en esta nueva aventura misionera. Nos confiamos a
Dios y a las oraciones del pueblo que nos envía y el que nos acoge. Sentimos
que la Misión recién comienza. Seguiremos escuchando la brisa de las montañas
en las que nos encontramos, como símbolo de la presencia de Dios en nuestro
camino.
Hna.
Ximena Rivas Rebolledo, O.A.
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