sábado, 21 de marzo de 2020

Era forestero y me hospedaste...


Ángel
Por más de cinco décadas la comunidad del pueblo de San Andrés Totoltepec ha acogido a nuestros hermanos peregrinos del estado de Guerrero, específicamente de la diócesis de Chilapa, ellos peregrinan cada año caminando desde sus pueblos hasta la casita del Tepeyac, la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe.

El recorrido que realizan es de algunos cientos de kilómetros que caminan en promedio en una semana, siempre confiados en la misericordia del Señor pues cual mandato evangélico no traen consigo más que lo indispensable para el camino, pero llenos de una Fe que les permite dejar, casa y familia para dar gracias a nuestra Madre del Tepeyac.


Cada dos años visitan nuestra comunidad como el último espacio de descanso para llegar al santuario mariano, nuestro pueblo siempre les recibe del modo más digno posible. En esta ocasión poco más de un mes antes de su llegada comenzaron los preparativos, los grupos pastorales se dividieron en diferentes comisiones.


Recibir y atender a cerca de 700 peregrinos no es una tarea fácil, pero el que lo podamos hacer en medio de nuestras limitaciones es siempre una muestra del Amor de Dios manifestado en la comunidad de su iglesia.



Las pastorales parroquiales y las distintas capillas de nuestra comunidad parroquial fueron las encargadas de preparar la cena para nuestros invitados, la pastoral familiar se encargó de tener suficiente agua caliente para que los peregrinos se pudieran bañar, además de organizar a las distintas familias que generosamente abrieron sus hogares para este mismo fin, Orlando nuestro fiscal y el equipo de liturgia se encargaron de colocar el altar y sonido necesarios para la misa.  

Los jóvenes de la parroquia recibieron: agua, fruta, tortas que las familias de pueblo donaron para armar los “lonches” para que nuestros peregrinos tuvieran algo que llevar a su boca el día siguiente. Algunos médicos y enfermeras de nuestro pueblo donaron horas de su servicio para asistir a los hermanos que llegaban enfermos o llagados por lo arduo de su camino. 

Podría parecer que es desgastante recibir a nuestros hermanos, por el trabajo que esta acción implica, pero como cristianos lo hacemos porque en ellos vemos el rosto de Cristo y por tanto le ayudamos, servimos y veneramos en la persona de nuestros hermanos, hermanos uso esta palabra  porque esta es una de las enseñanzas de este acontecimiento saber que Dios es nuestro padre y que podemos encontrar hermanos en cualquier lugar que exista la iglesia de Cristo, por eso también la llamamos, la Gran Familia de Dios.


Angel Benitez














 

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