Este
verano, participé en una misión maravillosa en la región de Veracruz, al sur de
la República Mexicana con un grupo de jóvenes aspirantes de Casa Manuel así
como algunos voluntarios. Salimos de Casa Manuel el sábado 9 de julio a las 6:55
a.m., con Don Emilio al volante del autobús. Sin contar a Don Emilio, nuestro
chófer, éramos justo doce misioneros: Joseph Mahamba, Marciano Solis López Chano,
Jesús Tlecuile, Salvador, Gregoria, Carmelita, Hugo Ballesteros, Domingo,
Liliana Morales, Omar, Juan Manuel y Sebastián Bangandu.
El
viaje se llevó a cabo dentro de un ambiente muy alegre y con toda tranquilidad.
A las 12:35 p.m., llegamos a la parroquia San Egidio Labrador de Cuichapa, en
el Estado de Veracruz, donde nos acogió su párroco: el padre Víctor. Allí nos encontramos
con otros equipos de misioneros ya estaban presentes en el lugar. Muy
rápidamente, el padre Victor nos condujo (“los eclesiásticos”) al salón de la curia
para darnos algunas directivas a propósito de la misión.
Luego
nos dirigimos hacia el refectorio para tomar un refrigerio. Mientras tanto, los
misioneros, incluidas mis compañeras de misión, estaban siendo entregados a los
representantes de toda la misión; cada Comunidad de esta misión recogió a sus
misioneros: Arcelia Cruz y Sabina Ferrer Cuevas, nos encontramos por primera
vez.
Enseguida
nos fuimos a la Iglesia Parroquial para celebrar la Eucaristía de envío de la
Misión: una celebración eucarística viva, animada por un grupo de jóvenes:
Rafael Huerta, Carmelo, Cecilio, Hilda, y con Liliana Morales en una de las
guitarras. Al final de la Eucaristía, los cuatro sacerdotes, entre ellos tres Misioneros
asuncionistas (Padres Joseph Mahamba, Jesús Tlecuile y Sebastián Bangandu),
bendijeron e impusieron las cruces de
envio a los misioneros. Una vez fuera de la Iglesia, cada grupo de Misioneros
se subió en coches diferentes con destino a su sector de apostolado.
Nuestro
grupo estaba constituido por tres misioneros: Gregoria, Liliana y yo. Teníamos
a nuestro cargo la capilla de San Nicolás de Bari, una pequeña unidad habitacional
encantadora, situada apenas a unos diez minutos de Orizaba. Esta unidad habitacional
se construyó a propósito de un ingenio azucarero, propiedad del Grupo ASR, que
cuenta con 24 millas hectáreas de cultivo de caña de azúcar.
Nos llevó
el chófer de la parroquia, un caballero jovial de unos cuarenta años. Al llegar,
en primer lugar, pasamos enfrente de la
Capilla de San Nicolás de Bari, para que allí nos llevaran a la casa donde deberíamos
vivir. Cabe señalar que cuando llegamos, se armó un poco revuelo entre las señoras
que nos estaban recibiendo. Al parecer, la señora que supuestamente nos iba a
recibir, se había ido a un boda, y pues, no estaba; así es que en este momento
se pusieron a dilucidar en qué casa nos recibieran…
Por
fin decidieron que la casa para hospedarnos sería la de Dona Mago, enfrente de
la Escuela Primaria Emilio Bustamante. Como nos quedamos cerca de la Iglesia, teníamos
que caminar bastantes cuadras largas para llegar allá todos los días. Después
de instalarnos y en cuanto llegamos, fuimos caminando a la Capilla, donde
llamaron a un número pequeño pero representativo de la comunidad, para ponernos
de acuerdo en qué era lo que íbamos a hacer juntos a partir del día siguiente,
domingo, porque ya estábamos ahí los Misioneros y la Comunidad se la estaba
desayunando hacía apenas como dos días…: Hermanos: !tenemos misiones!
Bienvenidos!
En
este primer encuentro con la comunidad, fuimos recibidos, estos tres misioneros,
con todo el entusiasmo y buenísima disposición que corresponde a una Comunidad
dispuesta y alegre. Nos abrieron los brazos, fueron la mar de atentos y
acogedores, cariñosos…Fue el momento donde nos encontramos con la Guardia del Santísimo:
Teódulo Bazan Felix, Elvira Porras Montesinos, Marina Pérez, Viqui Márquez Hernández; con la representante
del coro: Cristina Montero Montesinos; los jóvenes se presentaron: Axel y Ángel,
Montse, Loide,… desafortunadamente, se me escapan los nombres de otros chicas
que estuvieron ahí; fueron señoras grandes (de edad); fueron niños…
Tuvimos
pues, el primer encuentro, recién llegados, regresamos a casa. Y después de
establecer el programa con la Comunidad, recorrimos de nuevo el camino hacia la
capilla para la misa de la tarde del sábado. Antes de la bendición final, la señora
Arcelia Cruz, asistente y miembro del consejo parroquial de Cuichapa, nos presentó
a la asamblea que nos aplaudió calurosamente. La comunidad de San Nicolás de
Bari nos acogió a la salida de la misa y nos reiteró la bienvenida. ¡La alegría
estaba presente!
Mis
días fueron especialmente dedicados a las celebraciones eucarísticas y a las
confesiones, más numerosos aun, porque la parroquia, que abarca por lo menos
veinte capillas, cuenta sólo con un sacerdote. A parte de las confesiones,
visité a los enfermos y personas de edad, tanto en San Nicolás de Bari, como en
otras dos otras capillas que estaban bajo mi responsabilidad (Loma Del Carmen y
Bario de Guadalupe). También visitamos algunas familias con quienes platicamos
acerca de lo que es la vida cristiana. Las comidas fueron también ocasiones que
aprovechamos para catequizar las familias en dificultades. ¡Además, impartí dos
conferencias sobre las indulgencias y la misericordia!
Mis
colegas misioneras, ellas, se ocupaban a transmitir las enseñanzas ya
preparadas por el equipo de coordinación de las misiones, particularmente con
los jóvenes, los adultos y los niños sobre diferentes temas bien escogidos. El
visiteo fue muy fructífero! A finales de cada día (más o menos las 10h u 11 de la
noche), teníamos que hacer una evaluación de las actividades realizadas y
preparar las del día siguiente. Estuvimos siempre muy cansados al regresar a
casa. A menudo me iba a dormir después de medianoche (2-3 de la mañana).
El
viernes, 15 de julio, la señora Gabriela, Directora de la Escuela Primaria
Emilio Bustamante me invitó a bendecir los locales de su escuela. Esto fue el
día de la Ceremonia de Clausura de clases. Varios padres de familia asistieron
al evento para responder a esta cita importante para sus niños. Como la
Bendición fue antes de susodicha ceremonia, casi todo el mundo vino participar
en ella. En mi alocución antes de la bendición dije: Estimados responsables
administrativos de la Escuela Primaria Emilio Bustamante, Señora Directora, Maestros
y Maestras, Miembros de la Asociación de Padres, y todos ustedes aquí
presentes: !Bienvenidos a esta bendición de nuestra escuela!
A
través de esta Bendición, queremos darle gracias a Dios por su asistencia.
Ustedes están aquí para educar, entregando los conocimientos de la mejor manera
posible, buscando la excelencia académica en todos los ámbitos. Pero no sólo
estan llamados a educar, sino también a evangelizar, es decir, mostrar el
rostro cercano y amigable de Jesucristo para que a través de su persona, los
jóvenes vayan sirviendo a la comunidad. Y si educan y evangelizan es para
servir; esto es lo que pasa, lo que se
hace en el colegio, se está escuchando el llamado a transformar el mundo en el
que les toca vivir”. Que Dios los bendiga!
En
suma, pasamos momentos muy emocionantes, tiernos y fraternales con esta Comunidad
donde las mujeres juegan una gran parte en la vida de la iglesia. De hecho,
visto que la mayoría de los hombres de esta pequeña unidad han sido empleados
del Ingenio; su asistencia a las actividades espirituales era sumamente débil. Los jóvenes también fueron
los grandes ausentes, por el hecho de que era el tiempo de vacaciones. La
mayoría de entre ellos estaban a fuera de San Nicolás. Pero fueron bien
representados sin embargo por Ángel y Axel, dos jóvenes muy activos que tuvimos
el placer de conocer. Algunos formaban parte de misioneros enviados a otros
sectores de la Parroquia.
El
sábado, 16 de julio de 2016, antes del regreso a México, nos reunimos en Tenejapa
donde tuvimos un gran encuentro de jóvenes. El encuentro se celebró en la
Iglesia Parroquial, con la participación
de todos los grupos de jóvenes misioneros con cantos, bailes y compartir de
experiencias de vida. Como una de las dinámicas de este Retiro de jóvenes, escuchamos
el testimonio de vida de los padres Jesús Tlecuile, José Mahamba, de la señora
Araceli y de Liliana Morales.
Después de la audición de los testimonios, me instalé en una de las salas de la gran construcción conexa a la Iglesia Parroquial para confesar a los que lo desearan. Luego, cogimos lugar en el pequeño jardín frente a la iglesia para compartir la comida. Regresamos a San Nicolás de Bari, acompañados por un chofer muy hábil e atento.
Para
mí, la vuelta a México fue el sábado, 16 de julio por autobús, acompañado por
el hermano Domingo Sandoval. Al término de esta experiencia de misión, podemos
sólo devolverle la gloria a Dios por el trabajo apostólico realizado. Mil
gracias a la Fraternidad Asuncionista que nos dio la oportunidad de tener esta
experiencia maravillosa; así como al padre Víctor que nos acogió en su Parroquia.
Gracias a la comunidad de San Nicolás de Bari por su cariño, acogida y calurosa
vida. Gracias a todos los bienhechores
que ayudaron a la realización de esta Misión. Muchísima gracias a Liliana Morales quién, además de ser colega de misión, corrigió y perfiló el texto de este artículo. Que Dios sigue bendiciendo a todos. ¡Nos veremos en la proxima semana santa!
Sébastien Bangandu, a.a.
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