El
retiro anual de la delegación de México se efectuó del 27 de junio al 1 de julio
de 2016 en un lugar magnífico de México denominado Monte Gordo, una pequeña
ciudad situada a la orilla del mar, en el estado de Veracruz. El padre John
Frank, un asuncionista americano y miembro del consejo general, animador de
nuestro retiro, llegó a México el martes, 21 de junio a las once de la mañana.
De ahí reemprendimos el viaje para llegar a Monte Gordo a las 13h30, donde recibimos una acogida muy buena por parte de Bernada Elias Burgos, Guadalupe Castillo Hernandez y Veronica Perez Cruz, todas ellas, religiosas Marianas que se ocupan de la acogida en esta casa desde hace 50 años. Inicialmente, la casa funcionaba como una clínica.
El
retiro estuvo esencialmente orientado sobre una reactivación personal y
comunitaria de nuestra Regla de vida con vistas a una mejor integración en la vida
diaria de los religiosos. Ya que, para un religioso, progresar quiere decir,
aceptar que debe empezar de nuevo. Y la Regla de vida es para él un camino de
Evangelio. Así, vivir cotidianamente la regla de vida, es un medio de expresar
de modo concreto su fidelidad a Cristo, una llamada que Él mismo nos hace.
La
vida diaria del religioso asuncionista se articula entre comunidad y
apostolado, ya que, en la Asunción, estas dos realidades permanecen
inseparables. Nuestra comunidad es el lugar por excelencia de nuestro
apostolado y nuestro apostolado es una obra efectivamente comunitaria. Esto nos
permite seguir a san Agustín, nuestro patriarca, para el cual existía sólo un
solo voto, el de comprometerse a la vida común.
Esmaltada por anécdotas e historietas interesantes que nos contaba el padre John Frank antes de cada conferencia, nuestro retiro anual conoció momentos de intercambios muy interesantes e instructivos.
Disfrutamos de celebraciones eucarísticas bien animadas, con la liturgia de las horas integrada. Cada día, el padre John Frank nos gratificaba con una homilía muy rica y profunda. Las religiosas Marianas nos acogieron bien y alimentaron con platillos mexicanos ricos y sabrosos. Ampliamente nos abrieron las puertas de la capilla y rezamos con ellas.
Esta fraternidad de los corazones se mostró muy viva a través de servicios diversos y comidas mexicanas muy ricas que tuvimos la alegría de compartir fraternalmente. Fue una gran alegría de vivir juntos este tiempo, que dió a nuestra vida y a nuestros compromisos de hoy, todo su sentido.
El
último día del retiro, al fin de la comida, agradecimos a las hermanas por su acogida
y por todos los servicios que nos prodigaron. Por su parte, ellas nos
agradecieron por nuestra presencia y sobre todo por las eucaristías diarias, ya
que ellas tienen solamente cada ocho días.
La vuelta se dio a las 14h30, con un intermedio en el Tajín, donde visitamos las pirámides. En definitiva, este retiro fue un momento importante de encuentro y de consolidación de nuestro compromiso alrededor de nuestra regla de vida. Como lo repetía el animador del retiro, nos queda hacer nuestra esta frase de padre Emanuel d’Alzon que nos llama a “penetrar el mundo con una idea cristiana”.
La vuelta se dio a las 14h30, con un intermedio en el Tajín, donde visitamos las pirámides. En definitiva, este retiro fue un momento importante de encuentro y de consolidación de nuestro compromiso alrededor de nuestra regla de vida. Como lo repetía el animador del retiro, nos queda hacer nuestra esta frase de padre Emanuel d’Alzon que nos llama a “penetrar el mundo con una idea cristiana”.
Mil gracias al padre John Frank, por dedicarnos su tiempo, así como al territorio de México que organizó el espacio y el tiempo. ¡Que venga tu Reino!
Sébastien Bangandu, a.a.
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